En el caso de una persona asalariada normalmente (no siempre, pero
comúnmente sí que se da el caso y resulta lo habitual) es fácil de
diferenciar cuales de sus acciones entrarían dentro del terreno
profesional o bien se enmarcarían dentro del terreno personal. En el
caso de algunas profesiones está muy claro cuando es un gasto
profesional o no, pero en otras ocasiones, en otras profesiones y muy
especialmente entre los freelance, y muy específicamente entre los
freelance de condición autónoma, esa línea es muy sutil, difícil de ver y
muchas veces de comprender.
A grandes rasgos pudiera parecer que no es importante el saber
diferenciar si lo que hacemos entra dentro de lo profesional o bien si
se enmarca dentro de la esfera personal, a grandes rasgos nos pudiera
parecer que nosotros lo hacemos y punto, pero existen una serie de
implicaciones que si que hacen que ello adquiera gran importancia, y de
entre estas implicaciones encontramos desde implicaciones en caso por
ejemplo de accidente, hasta implicaciones fiscales o muchas otras.
Así, es interesante saber discernir cuando lo que hacemos, compramos o
adquirimos es algo profesional o no, por una parte, es vital saberlo
para saber diferenciar nosotros mismos lo que hacemos como profesionales
y lo que hacemos como personas, pero también por ejemplo es vital
saberlo para las aseguradoras como veremos al final, el fisco, etc..
Veamos.
Vayamos por partes, algunas de ellas, pueden rayar lo absurdo pero en
pureza así sería. Por ejemplo, somos asesores legales, viene un amigo
nuestro de toda la vida a nuestro despacho y nos pide consejo, nosotros
dentro de nuestra actividad diaria profesional le damos respuesta pero
no le cobramos pues lo tratamos como algo personal, pero en realidad eso
es una acción profesional, realizada desde nuestro despacho profesional
y en horario profesional, y como tal deberíamos haberlo tratado como
algo profesional. Es absurdo, pues obviamente nadie nos podrá decir
nada, ni nadie sabrá que hablamos o no con nuestro amigo, pero en
realidad así sería. Del mismo modo que sería distinto (o no según el
caso) si estuviésemos hablando con él de una forma informal, en la pista
de baile de cualquier discoteca.
Este asunto no tendría mayor trascendencia (a no ser que nuestro
amigo nos denunciase a posteriori por atenderle profesionalmente sin
factura, etc.), ni tampoco tendrá comúnmente mayor trascendencia que le
arreglemos aquella “chapuza” a un familiar nuestro dentro de nuestra
profesión, pero otra cosa es cuando por ejemplo sucede un accidente, o
peor aún, aparece Hacienda.
En el primero de los casos, es importante saber que cuando estamos
realizando una actividad profesional, y por ejemplo sufrimos un
accidente, el mismo sea considerado laboral, por ello tratar asuntos
profesionales como personales, puede resultar sumamente peligroso, ahora
bien, en la mayoría de los casos (y muy especialmente en el caso de los
freelance autónomos) ello tampoco reviste mayor transcendencia.
Otro caso es el de Hacienda, en este caso ya es más peliagudo.
Trabajamos en casa por ejemplo como escritores, y llegado el momento de
colocar nuestros gastos profesionales a la hacienda pública para que nos
desgraven tenemos dudas. Utilizamos el piso para trabajar, entonces por
ejemplo, ¿el alquiler del piso que pagamos todos los meses podemos
desgravárnoslo, así como los servicios de agua, luz y gas? A grandes
rasgos diremos que no, si bien, podríamos deducirnos la parte porcentual
del piso (no toda la vivienda) y del consumo que se considerase que es
la que requerimos para nuestro uso profesional.
En esta misma línea por ejemplo nos encontramos en que nos hemos
suscrito a aquella revista que tanto nos gusta o al periódico de nuestra
elección, ¿podemos desgravárnoslo? Depende, en pureza si para nuestra
actividad profesional, esta prensa es necesaria (para informarnos, para
trabajar sobre ella, etc.) si que podemos desgravárnoslo, técnicamente
si fuese sólo para lectura profesional, no se podría. Lo demás sucede
con los libros y demás elementos.
No nos engañemos, en gran parte de los casos, la línea es tan difusa,
difícil de ver e incluso a veces absurda e irracional que a veces
provocará que incorporemos elementos como profesionales que en realidad
no lo son y/o viceversa. Del mismo modo esa línea difusa en pocas
ocasiones tiene consecuencias nefastas, a no ser por ejemplo que seamos
unos “psicópatas” que se dedican a poner como gasto profesional hasta la
comida del gato, pero evidentemente diferenciar si ese lápiz que hemos
comprado (y facturado profesionalmente) y que utilizamos para escribir
profesionalmente, pero al estar en casa, con él también dibujamos para
nuestro ocio y disfrute, eso nadie lo sabrá, pero si tuviésemos que
referirnos en pureza a lo que manda la ley, y es lógicamente a lo que
tenemos que referirnos, hablaríamos en estos términos.
Un último apunte, en otros casos, como ya se adelantaba, el asunto
también puede tener importante relevancia. Hablamos por ejemplo de
aquellos casos que tenemos un seguro privado contratado (de salud, de
vida, de responsabilidad civil, etc.) y sucedido un siniestro nos dicen
que sus coberturas sólo incluyen aquellas “actividades relacionadas con
la actividad personal (o profesional, según sea el seguro) del
asegurado”, en estos casos saber ver, y defender, la diferencia, puede
hacer que nos paguen lo que nos corresponde por el siniestro, que nos
den cobertura o no.