En la actualidad, el modelo “virtual” parece ganar cada vez más espacio. De hecho, sin moverse del reducido espacio de un ordenador personal, las personas pueden participar en diversos círculos o redes, asistir a clases y formar parte de equipos de trabajo.
La “empresa virtual”
Estas nuevas virtualidades, propiciadas y realimentadas por el
desarrollo tecnológico, han dado lugar inclusive a la reformulación de
las organizaciones mediante la ingeniería de procesos; por ejemplo, el
equipo de trabajo virtual que desde fines del siglo XX viene
reemplazando la estructura departamental tradicional. De hecho, el
concepto de “empresa virtual” comenzó a utilizarse en 1986, pero se
popularizó a mediados de la década del 90, y se define como la
corporación que no tiene el aspecto o estructura convencionales pero
funciona con su misma esencia y efectos. En realidad, los visionarios e
innovadores advierten que la organización virtual puede adquirir
dimensiones mayores que las físicas potenciando la combinación entre sus
propios recursos y los de otras organizaciones y personas.
Los equipos virtuales
En las organizaciones, la virtualidad es un concepto de al menos tres
dimensiones: espacio, tiempo y estructura. De esta manera, se amplían
las fronteras y formas en que se desarrolla la organización, otorgándole
mayor presencia, permanencia y capacidad. Sin embargo, la organización
no puede funcionar en forma virtual en su totalidad. Según algunos
estudios, la tecnología no reemplaza los efectos positivos de los
contactos personales y la comunicación electrónica en forma exclusiva
influye negativamente sobre la construcción de confianza y necesidad de
cooperación entre los miembros de la organización.
¿Cómo funciona un equipo virtual?
Todos los miembros de la organización pueden estar preparados para la
virtualidad; sin embargo, para funcionar en forma exitosa, los equipos
virtuales deben estar formados por empleados o colaboradores con
determinadas actitudes y comportamientos, como por ejemplo:
- Capacidad para autovalorarse y valorar a los miembros del equipo, aprendiendo de la experiencia conjunta;
- Alto nivel de confianza en el sistema de comunicación y trabajo virtual;
- Capacidad para apoyar a los demás miembros del equipo en función de los objetivos;
- Reciprocidad en la recepción y transmisión de conocimientos e información;
- Capacidad para expresar sentimientos.
Además, el equipo de trabajo virtual debe funcionar como una pequeña unidad organizativa multidisciplinaria, es decir que sus integrantes deben tener diversas experiencias y personalidades. No pueden ser muy numerosos; según los estudios especializados, la composición ideal es de cinco a ocho personas. Lo más valioso de un equipo virtual es la oportunidad que ofrece para trabajar en forma motivada, cooperar y desempeñar distintos roles, ampliando la experiencia individual y de la organización, pero para conseguirlo, deben incluir reuniones regulares cara a cara y fomentar la transparencia y flexibilidad de la comunicación.